El perro de asistencia, una puerta a la felicidad

El perro de asistencia, una puerta a la felicidad

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PERROS DE ASISTENCIA

 

Se suele decir que el perro es el mejor amigo del hombre o eso, al menos, es lo que muchos pensamos; pero estos fieles e inseparables amigos también pueden llegar a ser nuestros mejores cuidadores, cambiando nuestra vida en muchos aspectos. Esto es lo que espero que consiga una noble labradora con un niño con autismo con el que estoy trabajando actualmente y al que desconocía por completo hasta que las personas implicadas llegaron a mi vida.

 

La primera experiencia de un perro de asistencia entrenado y entregado a un niño con autismo vino de la mano del National Service Dogs en el año 1996, y sucedió en Canadá (donde estos perros son denominados Perros de Servicio, mientras que en España esta denominación se refiere a los perros que utilizan las personas con problemas de movilidad reducida). Esta organización canadiense entrena a los perros para que los niños con autismo se integren mejor en la sociedad y reduzcan sus conductas de fuga, pero también para mejorar la calidad de vida de sus familias.

 

Esta iniciativa fue adoptada posteriormente en el Reino Unido y, hace unos cuatro años, varias organizaciones españolas comenzaron a entrenar perros con el mismo objetivo; de hecho ya se van entregando algunos de ellos. Desde el año 1996 hasta la actualidad se ha comprobado que los Perros de Asistencia entrenados específicamente para estos niños pueden cumplir muchos objetivos.

 

Hace varios meses se cruzó en mi camino una familia que me pidió colaboración para adiestrar un perro de asistencia que pudiese ayudar a su hijo con autismo. Este era un caso que nunca había tratado con anterioridad, por lo que me asaltaban algunas dudas e inquietudes, pues entrenar a un perro de asistencia no es una tarea sencilla. Sin embargo es un reto muy satisfactorio porque estarás consiguiendo cambiar la vida de una persona y ayudarla en su día a día.

 

Al comenzar el entrenamiento, esta maravillosa y luchadora familia me trajo a la perrita que querían entrenar como perro de asistencia para su hijo. Era una preciosa cachorrita de labradora y, desde el primer momento, me di cuenta de que era muy inteligente.

 

Debido a su corta edad, empecé a trabajar con ella la obediencia básica, que consistía en hacer que obedeciera nuestras órdenes (sienta, tumba, junto, quieta…) en la medida de lo posible y sin estresarla mucho, utilizando el juego y el adiestramiento en positivo. Con el paso de los meses, nuestra gran amiga fue mejorando y cada vez haciendo mejor lo que se le iba pidiendo. Cabe resaltar que sin la colaboración de la familia el adiestramiento hubiera sido bastante más difícil, ya que este debe ser un trabajo de cooperación y colaboración entre todos los implicados. Es vital que la familia siga las indicaciones del adiestrador para llegar a consolidar las conductas que el animal debe adquirir, logrando así un adiestramiento de calidad.

 

Tras conseguir perfeccionar la obediencia básica, decidimos introducir algunos ejercicios nuevos, trabajando sobre lo ya aprendido. En este momento, estamos trabajando con la ayuda de un arnés que permite que, cuando tiramos del mismo, la perra detecte un intento de escapada de nuestro niño y automáticamente se tumbe y aguante en esa posición, evitando así cualquier peligro. Seguiremos entrenando sin el niño hasta que la perra desarrolle a la perfección esta conducta.

 

Aunque aún nos queda mucho camino que recorrer, a nivel personal este reto está siendo muy gratificante y continuaremos trabajando hasta conseguir lo que nos hemos propuesto. Y será maravilloso porque la flor más hermosa es la que crece en la adversidad.

 

Pablo Sánchez Martagón

Alumno del curso Adiestramiento de base y educación canina de la Escuela de Veterinaria de MasterD

 

 

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